El caso colombiano: las energías alternativas y las Smart Cities.

De acuerdo a la Unidad de Planeación Minero Energética – UPME (2015), Colombia es un país que goza de una matriz energética rica en recursos renovables y no renovables. De acuerdo a los estimativos más recientes la producción energética del país está constituida a grandes rasgos en un 93% de recursos primarios de origen fósil, aproximadamente un 4% de hidroenergía y tan solo un 3% de biomasa y residuos. De esta explotación primaria el país exporta aproximadamente un 69%, principalmente en carbón mineral y petróleo y utiliza solo un 31%, de estos utiliza tan solo un 31%, de los cuales cerca del 78% corresponde a recursos fósiles y el 22% a recursos renovables[1].

 

La demanda interna en Colombia se encuentra concentrada en los sectores del transporte y la industria, donde se usa preponderantemente petróleo y gas para prestar servicios de transporte y calor útil, seguidos por el gas natural para la generación de energía eléctrica. Es importante tener en consideración que la matriz eléctrica, produce aproximadamente un 17% de la energía final consumida en el país, de la cual la energía hidroeléctrica cuenta con una participación de cerca del 80% de generación.

 

Es importante tener en consideración que de la matriz de generación energética la compañía XM, filial del grupo Interconexión Eléctrica S.A. – ISA (2015), estima una capacidad instalada de generación que asciende a los 15.645 Megavatios[2]. De esta se destaca con un 68% el segmento de las hidroeléctricas, el 29% corresponde a plantas térmicas operadas con combustibles fósiles y tan solo el 2,7% corresponde a Fuentes No Convencionales de Energía.

 

Cómo puede apreciarse, el país se encuentra en un importante nivel de atraso en el desarrollo e implementación de tecnologías para la generación de energías por medios alternativos. Si bien es cierto que en materia de generación de energía hidroeléctrica Colombia, al igual que el contexto general de América Latina, tiene una capacidad de generación destacada, otros segmentos con un potencial de producción energética importantes como el eólico, el solar, la biomasa y el geotérmico no consiguen despegar en el contexto general de la industria. Las razones que se exponen a este respecto son la abundancia de recursos tradicionales como el carbón, el petróleo, el gas y el hídrico, acompañado de una falta de decisión de orden institucional que promueva con decisión el crecimiento de este segmento productivo.

 

A pesar de esta situación en los últimos años se han registrado avances importantes en materia de regulación con la sanción de la ley 1715 de 2014 y su posterior reglamentación (expedida tan solo hasta el año anterior), empiezan a sentar las bases de un proceso que debe consolidarse para el próximo quinquenio. En particular, si tenemos en consideración la amenaza que el cambio climático cierne sobre la capacidad de generación hidroeléctrica y que quedó en evidencia con las restricciones que impuso el último fenómeno del niño que vivió el país y la tendencia alcista que se ha registrado en el precio de los hidrocarburos durante los últimos años.

 

Energía eólica.

 

Las condiciones naturales y socioeconómicas de nuestro país lo hacen un destino ideal para el desarrollo de proyectos de generación energética a partir de energías alternativas. Casos como el del departamento de la Guajira y buena parte de la región caribe que se estima cuenta con el potencial de producción eólico más importante de América del Sur, donde se concentran los mayores regímenes de vientos alisios que recibe el país, con velocidades promedio de 9 m/s los cuales se representan un potencial de generación de 20 GW eléctricos, es decir, cerca de 1.4 veces la capacidad de generación instalada en el Sistema Interconectado Nacional – SIN. En este mismo sentido se destacan departamentos como el de Santander y Norte de Santander, zonas específicas de Risaralda y Tolima, el Valle del Cauca, Huila y Boyacá como potenciales zonas de desarrollo de este tipo de energía[3].

 

Energía solar.

 

Para el caso de la energía solar la UPME y el IDEAM (2015)[4] estiman que el país cuenta con una irradiación promedio de 4,5% kWh/m2/d, sustancialmente superior al 3,9 kWh/m2/d del promedio mundial, con la ventaja de que al ubicarse en la zona ecuatorial se cuenta con un buen recurso promedio a lo largo del año gracias a que en nuestro territorio no se experimenta el fenómeno de las estaciones. De acuerdo al atlas de radiación solar de la UPME, regiones como la Guajira, buena parte de la región caribe y zonas específicas de los departamentos de Arauca, Casanare, Vichada y Meta presentan niveles de radiación por encima del promedio nacional que pueden llegar incluso a los 6,0 kWh/m2/d, niveles comparables con las zonas de mejor uso energético del mundo como es el caso del desierto de atacama en chile o los estados de Arizona y Nuevo México en los Estados Unidos.

 

Energía de la biomasa.

 

El caso colombiano habla de un poco más de 804 GWh producidos con biomasa del total generado por el Sistema Interconectado Nacional – SIN. Esta cifra equivale al 1.3% de la generación total de electricidad que se registra anualmente, la cual se refiere casi en su totalidad al uso energético del bagazo de la caña de azúcar, aprovechado básicamente para la producción de calor en la industria. Es importante anotar que esta fuente de energía logra atender cerca del 11% del total del consumo energético que demanda este sector. Si bien es cierto que los índices de producción energética actuales son aún incipientes, el potencial que tiene el país en el aprovechamiento de los recursos agropecuarios es importante en particular en 8 tipos de residuos de productos agrícolas entre los que encontramos: palma, caña de azúcar, caña panelera, café, maíz, arroz, banano, plátano y los residuos derivados de la industria de producción porcina, bovina y avícola entre otras. Si tenemos en consideración que el país cuenta con una disponibilidad de tierras con vocación productiva hacia el sector agrícola de más de 15 millones de hectáreas que no están siendo aprovechadas para tales fines, aún tenemos mucho donde crecer en este segmento de producción energético.

 

Energía geotérmica.

 

Colombia es un país que no cuenta con zonas importantes para el aprovechamiento del recurso geotérmico, sin embargo, la zona volcánica del Nevado del Ruiz y la región de influencia de los volcanes Chiles, Cerro Negro y Azufral en la frontera con el Ecuador, representan una oportunidad de desarrollo de este tipo de energía alternativa que permitiría la generación de 1 a 2 GW de acuerdo a los estimativos realizados por INGEOMINAS (2013) con un costo muy bajo de producción y operación. Entre las ventajas que ofrece la energía geotérmica está precisamente el aprovechamiento de la tecnología utilizada en las plantas térmicas que operan con combustibles fósiles, en este caso consiguiendo la explotación del vapor de agua que se desprende de los reservorios de agua calentados por la tierra.

[1] Unidad de Planeación Minero Energética – UPME. Integración de las energías renovables no convencionales en Colombia (2015). Cap. 1. P 24.

[2] Recuperado de: http://informesanuales.xm.com.co/2016/SitePages/operacion/2-4-Generaci%C3%B3n-del-SIN.aspx

[3] Unidad de Planificación Minero Energética – UPME. Integración de las energías renovables no convencionales en Colombia (2015). Cap. 3. P 39 – 49.

[4] Ibidem.

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